Durante mi visita a Heidelberg, una población al sudoeste de Alemania, descubrí uno de los lugares más curiosos que he visto hasta la fecha: una cárcel para estudiantes que formaba parte de la Universidad y a la que, como te voy a contar a continuación, los jóvenes deseaban entrar.
En Heidelberg encontramos la universidad más antigua de Alemania, por lo que es un estamento rodeado de tradición e historia. Uno de sus elementos más curiosos fue su Cárcel de Estudiantes o Studentenkarzer, que se utilizó entre 1717 y 1914 y que se puede visitar en la actualidad. Este sistema de cárcel es todavía más antiguo, pero fue en el S. XVIII cuando se trasladó a donde está ahora mismo.
Esta se creó para castigar a los universitarios que cometían delitos menores en la población. Por ello, cuando un joven realizaba alguna trastada, en vez de llevarlo a la policía, se le llevaba ante la Universidad, pues esta contaba con el poder de juzgar a sus alumnos.
Dependiendo de la gravedad del asunto, los estudiantes eran encerrados aquí entre un día y cuatro semanas. Los delitos, como os he dicho, no eran extremadamente graves: ir borracho por la calle, soltar los cerdos de un vecino, insultar a la policía, provocar una pelea…
No obstante, esta no era una cárcel al uso. Sí, tenía prisioneros y estos debían pasar la noche aquí, pero no se caracterizaba por su crueldad. Los estudiantes podían seguir yendo a clase (eso sí, accediendo por la puerta interior del edificio, sin salir a la calle), por lo que no se tiraban encerrados todo el día.
Podían visitar a los otros estudiantes encerrados, contaban con cama y escritorio, váter (llamado por los estudiantes el trono del rey), se les dispensaba comida (los primeros días solo pan y agua) y alguno hasta tenía la suerte de conseguir una cerveza. Aparte de permanecer encerrados, los únicos esfuerzos que debían hacer era ir a la fuente del patio a lavarse y, si querían mantas para taparse, o bien traerlas de su casa o bien comprarlas.
Para matar el tiempo, los estudiantes que estaban encerrados en esta prisión comenzaron a pintar autorretratos en las paredes, firmar, escribir mensajes… por lo que quedaba constancia de que habían estado allí. Poco a poco, el hecho de pasar por la cárcel de estudiantes de Heidelberg se convirtió en una moda, hasta el punto de que los jóvenes hacían trastadas a propósito para ser encerrados, poder firmar y dejar constancia de que ellos también habían estado allí. Si no pasaban por la cárcel durante su vida de universitarios, llegaba a ser una deshonra para ellos mismos.
El resultado de este reto lo podemos ver en la actualidad: cientos de caras pintadas en las paredes, mensajes, poemas, burlas, fotos… Es un lugar de lo más curioso e interesante, pocas veces se visita una cárcel en la que los encarcelados se lo pasaran tan bien o incluso estuvieran deseando entrar.
No eres el único al que le sorprende este lugar. Al propio escritor Mark Twain, que visitó Heidelberg en 1878, le llamó mucho la atención. Tanto, que habla de ella en su libro Un vagabundo en el extranjero, en el que describe su segundo viaje a Europa.
Visitar la Cárcel de Estudiantes de Heidelberg
Como te he dicho, la Cárcel de Estudiantes de Heidelberg está abierta al público, por lo que tú mismo puedes entrar a ella para sentirte prisionero por un momento y observar todo el legado que los estudiantes dejaron aquí. Esta prisión se ubica en la calle Augustinergasse 2, a la que se llega por la calle principal de Heidelberg, la Hauptstraße.
Para entrar a ella hay que pagar una entrada de 3€ (2.5€ la entrada reducida) y esta te incluye también el Museo de la Universidad y la Alte Aula (lo que conocemos como aula magna), por lo que el precio se amortiza bastante. El ticket se adquiere en la pequeña tienda que hay junto a la entrada.
El horario de la Cárcel de Estudiantes varía a lo largo del año. De abril a agosto permanece abierto todos los días de 10.00 a 18.00. Entre septiembre y octubre, abre de lunes a viernes y domingos de 10.00 a 16.00, los sábados de 10.00 a 18.00. Y de noviembre a marzo, de lunes a sábado de 10.00 a 16.00. En Navidad y Lunes de Pascua cierra, y el martes de Carnaval cierra a las 12.00. Por lo tanto, en días festivos el horario puede variar (yo fui la tarde del Corpus Christi, festivo nacional, y por suerte estaba abierto).