La Val d’Aran o Valle de Arán, ubicado en Lleida, es una zona del pirineo catalán en la que se combinan paisajes espectaculares y pueblos preciosos. En este artículo, te detallo cómo fue nuestra ruta en coche de una semana en la Val d’Aran sin nieve, en nuestro caso, en verano, y te doy algunos consejos sobre el alojamiento.
1. Itinerario de una semana en la Val d’Aran (sin nieve)
Así fue nuestra ruta en coche de una semana en la Val d’Aran sin nieve, en la que hicimos rutas de senderismo y visitamos pueblos bonitos y lugares cuyo patrimonio es destacado. Ten en cuenta que, si vas en una época en la que hay nieve, habrá zonas que no se podrán visitar de la misma manera o atractivos que estarán cerrados.
Día 1. Día de ida
El primer día salimos desde Valencia hacia el norte. Hicimos una parada en Sort para estirar las piernas y comer. Después, seguimos nuestro camino, parando en el Port de la Bonaigua para apreciar las vistas que se tienen una vez se suben las curvas de su carretera.
Llegamos a nuestro hotel, Hotel Tuc Blanc, ubicado en Baqueira (más abajo os explico por qué elegimos esta ubicación) y tras asentarnos nos fuimos a Vielha o Viella a dar un paseo, informarnos en la oficina de turismo y cenar. Allí vi que existe la app GuidAran, que nos vino muy bien para conocer el nivel de ocupación de cada espacio natural y ayudarnos a descubrir algunos pueblos.
Día 2. En busca del bosque encantado
Primer día completo en la Val d’Aran, en el que nos dirigimos a Bausen para hacer la ruta del Bosc de Carlac. Ten en cuenta que el aparcamiento en Bausen es muy limitado, se aparca en un lado de la carretera a la entrada de pueblo (hay señales que lo indican), por lo que conviene madrugar lo máximo posible.
Hicimos la ruta del Bosc de Carlac, que transcurre en un impresionante hayedo que parece encantando. Es una ruta circular preciosa de unos 6.6 km y 340 m de desnivel (hay que tenerlo en cuenta, ya que la cuesta tiene lo suyo). Nosotros la comenzamos por el camino que hay pasando la iglesia, muy cerca del pequeño cementerio civil en el que únicamente descansa Teresa, cuya historia de ‘los amantes de Bausen’ es realmente conmovedora.
Tras terminar la ruta, fuimos en coche hasta Canejan, donde comimos y visitamos el pueblo. Después, llegamos hasta Sant Joan de Torán, uno de los pueblos que más me gustó de la Val d’Aran, es muy pequeño pero realmente auténtico. Para terminar, a la vuelta, paramos en Les y en Bossòst.
Día 3. El románico más valioso
De la Val d’Aran nos movemos a la Vall de Boí, donde queremos conocer sus iglesias románicas. Este conjunto de templos (en total ocho iglesias y una ermita) está declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Es todo un tesoro tener un conjunto de iglesias románicas de un mismo estilo, el lombardo, en tan pocos kilómetros y tan bien conservadas.
Comenzamos con la joya de la corona, Sant Climent de Taüll, famosa tanto por su exterior como por su interior, donde se pintó un impresionante Pantocrator. En la actualidad, esta pintura se conserva en el Museu Nacional d’Art de Catalunya, en Barcelona. No obstante, se puede ver una proyección que te muestra no solo cómo se encontraba en la actualidad la pintura, sino cómo se estima que era en su época de mayor esplendor.
La entrada a Sant Climent de Taüll cuesta 5€, pero hay varios tickets de entradas conjuntas. Nosotros cogimos el de 7€, con el que puedes visitar tres iglesias (entre las que se incluye Sant Climent de Taüll). Después de entrar a esta, fuimos a ver la Iglesia de Santa María de Taüll, que es gratuita, por lo que no cuenta en la entrada.
La siguiente iglesia que visitamos fue la de Santa Eulàlia d’Erill la Vall, en cuyo interior hay una réplica del grupo escultórico de la iglesia (el original está también en el MNAC). Comimos en Barruera y después vimos por fuera su Iglesia de Sant Feliu. De allí fuimos a ver La Nativitat de Durro, también solo por fuera (nos quedó pendiente la ermita) y después a Boí (por la mañana nos fue imposible aparcar), donde entramos a la Iglesia de Sant Joan de Boí y subimos a lo alto de su campanario.
Para terminar la ruta de iglesias románicas, visitamos por fuera las de Santa Maria de Cardet y L’Assumpció de Coll, que son bastante más pequeñas y están más apartadas. Tras volver y descansar en el hotel, dimos un paseo por Tredòs.
Día 4. Retahíla de pueblos bonitos
Empezamos el día visitando la cascada Saut deth Pish, que en aranés significa Salto del Pez. En la app GuidAran vimos que es un sitio cuyo parking se llena bastante pronto y, aunque aparece la opción de reservar, al menos a nosotros nos daba error, así que madrugamos y de esta forma no tuvimos problemas en aparcar (cuando volvimos al coche el parking ya estaba lleno, y el aforo se controla en la entrada de la carretera, una vez lleno, no dejan pasar).
La cascada está muy cerca del parking, por lo que apenas hay que caminar. Estuvimos un rato disfrutando tranquilamente del entorno y nos volvimos. Después de visitar Vilac y comer en Vielha, fuimos visitando una serie de pueblos que forman parte de las Viles Florides (villas floridas), a cada cual más bonito y cuidado. Pasamos por Garós, Arties, Salardú y Bagergue (de mis favoritos).
Terminamos la tarde volviendo a Tredòs para hacer la ruta del Camin dera Bruisha (Camino de la Bruja). Es una rutita de una media hora que transcurre junto al río y que pasa por la casa de la bruja (en verano incluso estaba algunas tardes la propia bruja para darle caramelos a los niños, así que es ideal para hacer con toda la familia).
Día 5. Más cascadas y naturaleza
La primera parada del día es otra de las cascadas más famosas de la Val d’Aran: Uelhs deth Joèu, que viene a significar Ojos del Diablo o de Júpiter. En verano, a partir de las 10 se corta el acceso: hay que aparcar en un parking que hay más abajo y coger un tren turístico o subir andando a la cascada (y este parking también se llena pronto). No obstante, si como nosotros llegas antes, puedes subir en coche al parking que hay al lado de la cascada, y bajar antes de que comiencen los trenes o esperarte a que baje uno para ir detrás de él, ya que la carretera es estrecha (estas indicaciones nos las dio un trabajador que había allí).
Admiramos la impresionante cascada e hicimos una pequeña ruta circular en la que subimos hasta la Artiga de Lin y bajamos por la carretera hasta el coche. Como curiosidad, el agua que sale por Uelhs deth Joéu proviene de los glaciares del Aneto. Este agua se cuela por el Forau d’Aigualluts y recorre de forma subterránea cuatro kilómetros hasta llegar aquí. Si quieres conocer el Forau d’Aigualluts y otros lugares del pirineo aragonés, te recomiendo este artículo sobre La Ribagorza.
Como íbamos muy bien de tiempo (cuesta madrugar pero merece la pena), pasamos por Vielha a comprarnos unos bocadillos y nos fuimos en coche hasta el Refugi de Conangles, nada más pasar el túnel de Vielha, para hacer una ruta de senderismo hasta la Cascada de Molières, pasando por el Hospital de Vielha. Por último, nos relajamos en el hotel y dimos un paseo por los pueblos de Unha y Gessa.
Día 6. Relax en el parque nacional
El penúltimo día condujimos hasta el Parc Nacional d’Aigüestortes y Estany de Sant Maurici, el único parque nacional que hay en Cataluña. De nuevo, si llegas antes de que el parking superior se llene, puedes aparcar allí y subir andando hasta el lago. Si no, puedes dejar el coche en Espot y de ahí coger un taxi que te sube hasta arriba (y te ahorra el tramo andando).
No obstante, la senda desde el parking hasta el lago de Sant Maurici es preciosa y, aunque cuesta arriba, bastante asequible. Desde el lago se pueden hacer varias rutas, por ejemplo para llegar a la Cascada de Ratera, pero como a nosotros aún nos quedaba una semana por delante en el pirineo aragonés, decidimos quedarnos en el lago descansando y después volver a bajar por la misma senda.
Tras un paseo por Espot, paramos a comer en el Port de la Bonaigua, en el restaurante Cap del Port, con unas vistas muy buenas del entorno. Finalmente, descansamos en el hotel y dimos un paseo por Bassa d’Oles (un pequeño lago) y Gausach. Varios días cenamos en la Taberna Urtau, tanto en Vielha como en Artiès, ya que la calidad/precio es muy buena teniendo en cuenta la zona en la que estamos y, aunque se llena pronto, la lista de espera va rápida.
Día 7. Despedida de la Val d’Aran por todo lo alto
Último día completo en la Val d’Aran y lo comenzamos yendo al Pla de Beret para hacer una ruta hasta el Refugi de Montgarri, un refugio ubicado en un pueblo abandonado en pleno valle. Hicimos la ida por el camino principal y, tras una parada en el refugio para tomar algo, volvimos cruzando el puente por el camino habilitado al otro lado del río (mucho más bonito y agradecido). En total, hicimos 10,7 km y un desnivel de 240 m.
Comimos en el restaurante del Funicular de Blanhiblar (a veces tienen oferta de comida + funicular) y nos subimos a este, que lo ponen en funcionamiento en verano para disfrutar de unas vistas privilegiadas de todo el valle, de las más espectaculares que pudimos ver en todo el viaje. Al día siguiente, recogimos las cosas para seguir nuestro viaje en el Valle del Tena, en el pirineo aragonés.
2. Dónde dormir en la Val d’Aran
El centro neurálgico de la Val d’Aran es Vielha o Viella, una población con numerosos hoteles, restaurantes, tiendas, etc., por lo que es una opción bastante elegida. No obstante, nosotros decidimos quedarnos en Baqueira, ya que, al ser fuera de temporada de nieve, los hoteles suelen estar más baratos que en Vielha (además reservamos con poca antelación, por lo que en Vielha ya no había mucha oferta). Estuvimos alojados en el Hotel Tuc Blanc y fue una buena experiencia, tiene piscina y el menú está muy bien de precio en comparación con el resto de restaurantes. No obstante, aquí tienes una lista con otras opciones de hoteles en Baqueira-Beret.
La parte mala es que, al ser un lugar de nieve fuera de temporada, hay menos ambiente y menos restaurantes abiertos, por eso nosotros íbamos algunos días a Vielha (que está a apenas 15 minutos en coche). Para ir a los distintos sitios que visitamos, algunos días tocaba conducir un poco más y otros un poco menos, así que en ese aspecto no nos supuso nada negativo ni positivo.
3. Equipaje de viaje: reseña de la Shell Backpack
Este viaje ha sido el primero en el que he probado la Shell Backpack de Tropicfeel, una mochila que se puede ajustar para que tenga capacidad desde 22 hasta 40 litros. Además, le puedes incorporar dentro su armario para llevar toda la ropa ordenada. Otro accesorio que se le puede añadir es la bolsa de aseo, que va sujeta afuera por unos imanes antirrobo, de esa forma el espacio se optimiza bastante. Dentro también lleva un departamento para el ordenador portátil, pero yo esta vez lo llevaba fuera para no cargar tanto peso los días de cambio de sitio y hotel, y poder así meter toda la ropa del viaje, que en total fue de 12 días.
Mi aspecto favorito de ella es su versatilidad. Como saqué su armario y lo colgué en una percha del armario del hotel, tenía ahí mi ropa ordenada y la mochila libre. Por eso, los días que hicimos senderismo, la ajusté a su tamaño pequeño y la utilicé como mochila para llevar la cartera, el agua, los bocadillos, etc. Los días que apenas llevaba nada quedaba en pelín grande, pero para los días de montaña completos nos venía de maravilla.
En el armario de la mochila, la ropa hay que doblarla o enrollarla lo máximo posible para que quepa todo. Por ejemplo, el estante de abajo del todo está dividido en compartimentos bastante pequeños, que yo aprovechaba para meter las camisetas de manga corta. La ropa más gorda y los pantalones van mejor en el compartimento del medio, mientras que el de arriba lo veo útil para la ropa interior.
Yo soy una persona bastante desordenada, así que, que tenga tantos compartimentos, me ayuda a mantenerlo todo en orden y así, a la hora de volver, no tener que pasar mucho rato volviendo a hacer la maleta. Así que para viajes de aproximadamente una semana en los que se vaya a pisar naturaleza, la veo una muy buena opción para no tener que llevar diferentes mochilas/maletas y además tener las cosas ordenadas en todo momento.
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