Uno de los aspectos positivos de viajar a lugares con una cultura distinta a la tuya, es que puedes vivir experiencias que nunca pensabas que podrías.
En nuestro caso, durante nuestro viaje en Kazajistán, una de las cosas que más nos llamó la atención fue cómo la gente se mueve por la ciudad, e incluso entre poblaciones. Es una mezcla entre autostop y taxis, un Uber tradicional: haces un gesto en particular, un coche para y, si le viene bien a donde tienes que ir y le parece bien lo que le vas a pagar, te lleva.
Sí, son particulares que quieren sacarse un dinero extra o, simplemente, aprovechar el viaje en coche que están haciendo. Nosotros utilizamos esta técnica siempre, ya que nos costaba unos 400 – 500 tengues cada viaje (alrededor de 1,2€). Teniendo en cuenta que en cada coche subíamos 3 o 4 personas, el viaje nos salía a unos 40 céntimos. Y además, nos dejó las mejores anécdotas del viaje. También hay que tener en cuenta que, cuanto mejor era el coche, más te cobraba el conductor: no valía lo mismo ir en un coche que se caía a trozos que en un Mercedes.
Al ser coches particulares de gente muy distinta a ti, que además no hablaba el mismo idioma, nos ocurrieron bastantes situaciones surrealistas, las cuales quiero compartir con vosotros. ¡Aquí van!
1. Cinturón, ¿para qué?
Si subimos como en 20 coches distintos… en ninguno nos pudimos poner el cinturón. El del copiloto sí, pero los de la parte de atrás siempre estaban bloqueados o escondidos. Parece ser que a los kazajos no les gusta mucho utilizar este elemento de seguridad.
2. Viaje gratis
Uno de mis amigos está viviendo en Almaty y ha aprendido ruso, por lo que, como eramos siete, en uno de los coches íbamos sin poder hablar con el conductor y en el otro él lo hacía. En un caso, mi amigo le cayó tan bien al conductor, que decidió que no hacía falta que le pagáramos el viaje. Además, le pidió el número de teléfono a mi amigo, pues le parecía muy útil tener un contacto español y universitario en su agenda.
3. Donde caben tres, caben cuatro
En más de una ocasión los conductores estuvieron encantados en que fuéramos cuatro personas en los asientos de detrás con tal de intentar cobrarnos un poco más. Parece ser que el espacio no es un problema, e incluso llegan a llevar a más gente a la vez.
4. ¿Pistacho?
En otra ocasión, íbamos en el coche cuando el conductor nos empezó a decir una palabra en ruso o kazajo. Obviamente, nosotros no sabíamos qué pasaba, y lo único que «entendíamos» era pistacho. Al final, por signos, entendimos lo que quería: que le pagáramos ya (el 1,2€) para echar gasolina. Nos tuvo solos en el coche mientras el salió en la gasolinera a repostar y comprar (cabe decir que el litro de gasolina valía unos 0,3€).
5. Música a la carta
Un conductor joven y al que le gustaba bastante el acelerador, quería hacernos sentir como en casa. Por eso, iba pasando la música de su reproductor hasta que llegaba a alguna que estaba en español, las cuales solían ser de reggaeton o salsa. Como veía que nos emocionábamos, estuvo haciendo lo mismo todo el camino.
6. El gesto de llamada
Para pedir uno de estos particulares «taxi», lo que hay que hacer es ponerse al lado de la carretera, estar serio, y hacer un gesto en particular con la mano. En este vídeo podréis ver qué hay que hacer, y uno de los ratos divertidos que pasamos con el conductor del que os he hablado justo arriba.
7. Obsesión por el fútbol
La gente, en cuanto sabían que eran españoles, no podían evitar decir ‘Barsa, ‘Hala Madrid’, o algo por el estilo. Pero la palma se la llevó uno de lo conductores, que nos preguntó que a qué se dedicaba ahora Mendieta y dónde vivía.
8. Un poco de la historia
Otra de las preguntas extrañas que nos hicieron una vez que supieron que éramos de España, era que qué moneda había antes del euro y que si la echábamos de menos. Nunca sabes por dónde te va a salir un kazajo mientras te lleva en coche.
9. La seguridad ante todo
Era bastante común ver a la gente conducir mientras hablaba o escribía por teléfono. Pero nos quedamos con la boca abierta cuando un hombre llevaba en las piernas su móvil con una serie, y mientras conducía, la veía.
10. Aprovechando viajes
En uno de los viajes, cuando aún no habíamos llegado a donde habíamos acordado, el conductor paró y le dijo a mi amigo que se sentara en la parte de atrás. Lo hizo para que un hombre que estaba llamando a algún coche pudiera subirse y así no perderse la oportunidad de ganar un poco más de dinero.
¿Te ha pasado algo parecido en alguno de tus viajes?